que escuche su corazón,
y en medio de la noche
le hace un guiño y le devuelve una sonrisa.
Como en el sueño de un ciego
recorre su cuerpo suave de pajonal,
áspero de roca quebrada,
y con una caricia fresca el río lo despierta.
Las manos verdes de la montaña
lo han atrapado...
y saben que volverá cautivo mañana
de nuevo a recorrer sus caminos.
El hombre busca palabras para contar lo que ha descubierto
un poco de sol, algo de luna,
que iluminen el secreto
que lo desvela.