Nunca quise su tesoro,
o su pesado becerro de oro,
ni cargarla yo de culpa
y pecado original,
ni quedarme con su vientre hacedor de los milagros...
Si lo que no podía tener de mi
lo tenía de ella a mi lado.
Jamás intenté siquiera
robar su extraña belleza,
aunque la regalara en portadas,
o fuera de la real realeza,
No me quedé yo con sus alas,
nuevas, sucias o ajadas,
por mas que nunca quiso volar.
No, no nos quedamos el uno con el otro,
no correspondía hacerlo
si no salvar nuestras propias diferencias,
que nos hicieron iguales y distintos,
y volvernos la misma esencia,
la mítica y antigua esfera.
Si al final no valemos mas que una mosca,
la que tarde o temprano se queda,
con nuestras podridas sobras,
por que tentar a la suerte?
y querer mas de la cuenta,
desear la vida de otro
y también la vida eterna,
sin siquiera saber que hacer con ella
en una tarde de tormenta...
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