Esta mañana ha sido extraña,
me encontré con esto en mi patio,
y enseguida me dió por jugar,
lo tome por cada uno de sus bordes,
y lo arrojaba muy lejos al monte,
salía a buscarlo corriendo,
y entre los dientes filosos
de entre las espinas de un cardo,
hasta mi patio lo volvía a traer.
Lo estiré, lo doblé, lo anudé,
lo hice un rojo amasijo,
sin lograr cambiarle la forma,
lo hundí en el fondo del río,
y una pesada piedra al ver que no se hundía,
encima yo le tiré,
curiosamente lleno de barro,
volvió a salir así como si nada flotando.
De nuevo lo tengo en mis manos,
y pruebo con la punta filosa de un palo,
clavándolo por su costado,
ciriosidad me ha dado al hacerlo,
unas luces le he hecho brotar,
entonces insisto e insisto
lo escarbo por todos lados
al final dejó de brillar...
No logra entender esto mi cabeza de niño,
solo sentí curiosidad...
como si fuera un pájaro o un sapo,
Me ha gritado Dios muy enojado,
Pequeño ángel demonio!
deja ya de jugar con esa alma!
Y en el rojo fuego la he vuelto a dejar...
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