martes, 28 de marzo de 2017

Embe-vida

Estoy llorando, y no he bebido,
no fue el vino ni la grappa,
o algún otro brebaje lo que alteró mis sentidos,
pero si, lloro como un niño al que le han quitado un juguete.

Se han nublado mis ojos,
bebiéndome algunos recuerdos,
un hombre y su pequeño con su acordeón y una caja,
llenando el aire de una plaza en un pueblito en la puna,
al que no lo ha cambiado el tiempo,
ni lo ha alcanzado la luna...

Dos gotas gruesas recorriendo van por cada mejillas,
como un viejo canal de riego entre hileras de vides secas,
misterios de hombres curtidos
esperando nuevas cosechas,
que hoy traerán a la tierra en su amable vino negro,
de nuevo la antigua cepa...

La sal va llegando a mi boca, sulfuros de aguas termales,
kilometros de verdes mares
y mi saliva que sabe arenosa, como el viento de aquellas playas,
recorridos de los sin rumbo,
salares de los desiertos,
antiguo reloj de arena...

Y no ha parado la lluvia, se ha anudado en mi garganta,
va a los montes sin labranza,
antiguo molino aguatero,
la duna pechando al arriero,
que ha perdido aquel sendero
que lo llevó por los años,
como un curioso borrego...

Estoy llorando, melancólica trampa esta, la de los extraños recuerdos,
bebido estoy, ebrio de tiempo,
me he tragado cada momento,
con cada imagen hecha puro sentimiento,
curiosamente no estoy cuerdo, no se el origen o si lo he vivido, de donde surgen tales recuerdos...

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