sábado, 9 de septiembre de 2017

Instructivo para reconocer a un ángel

   Cuantas veces te lo he dicho?
Mil? Dos mil veces?
No busques alas!
Ni aureolas luminosas,
ni sonrisas angelicales...
   Bueno, tal vez si, sonrisas si,  definitivante busca algunas
sonrisas alrededor de él,
pero mas bien su rostro, siempre muestra señas de asombro.
   Un ángel se asombra por todo,
y ahí van portadores de cara de bobos
o una mueca de asombro ante fenómenos climáticos,
una lluvia de verano,
o solo de ver como sale el agua de la canilla,
cosas que la gente común ya no hace,
seguir un sendero de hormigas,
mirar impávidos la luna o las estrellas,
indicadores de que extrañan su vieja vida y su alma redonda.
   Temen bailar, sufren horrores al hacerlo y siempre ponen excusas para no tener que hacerlo, son los que siempre dicen,
perdón yo no bailo!
O, no gracias esta canción no es de mi agrado,
la razón es que bailar
es lo mas parecido a volar
que hacemos los humanos,
una vez vi un ángel arrojarse al cielo desde un escenario
tras bailar el lago de los cisnes, se voló.
   Son los que dan charla en el autobús, inventan excusas para conversar,
si ves que alguien insiste en hablar durante un viaje,
míralo directo a los ojos,
si es un ángel bajará la mirada,
y dirá algo sobre el clima o el tránsito, cosas banales,
te ofrecerá una confianza que se siente cercana,
sentirás la tentación de contarle tus secretos
o las cosas que te apenan, viejos problemas,
traumas de la infancia o de vidas pasadas,
eso busca. Definitivamente va buscando almas por doquier
almas a mansalva, restos de almas,
también sus propios restos.
   Quién no ha visto un ángel por ahí tratando de hablar con su perro o con su gato?
montando plácidamente un caballo en una tarde tranquila de verano,
flotando etre peces en el mar o el río,
tirándole pan a las aves, a las palomas en la plaza, los patos en la orilla de una laguna,
o a las gallinas el campo?
un animal siempre reconoce a un ángel,
sentido que les ha dado
tener en sus genes un poco de ellos.
   Y cantan... No pueden parar de hacerlo para dentro y para afuera, todo el tiempo,
tarareando masticando o besando una canción,
siempre se olle cerca su rumorcito.
   Cuantas veces te lo he dicho?
Mil? Dos mil veces?
No busques alas!
Ni aureolas luminosas,
ni sonrisas angelicales...
   Créeme, me lo contó anoche un ángel caído, borracho de tanta vida.

  

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