Tengo cuatrocientos versos obscenos
en ninguno estas tú,
una represión
de latex
que se estira y estira
y no se rompe
te ha dejado fuera
de este juego de soledades.
Si no lo leo no lo creo
o el deseo por vos
se me ha quedado ciego
o ha muerto esteril,
ni tu nombre
ni tus senos
ni tu pubis
aparecen siquiera
en una pobre y desnuda metáfora.
Te he negado tres veces entonces
cuando te vi
cuando te deseé
cuando debí nombrarte,
ahora
que te acaricio
y tú me acaricias
en mis alucinaciones
te descubro
en el infraverso.
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