sábado, 27 de octubre de 2018

Buenas adicciones

Cuando la escucho
no puedo mas que elevarme
subir a la rama mas alta
de los paraísos de mi niñez
asomarme al límite de caer
por el misterio de las copas
del follaje verde
del aroma de las flores.

Cuando la escucho
no puedo mas que buscar
su perfil en el horizonte
sus grises sus verdes y marrones
desde la ventanilla de mi adolescencia
regresando del llano.

Cuando la escucho
no puedo cerrar los ojos
aunque el viento y los insectos los
golpeen
sobre las dos ruedas de mi juventud
con olor a nafta y aromos.

Cuando la escucho
solo me dejo envolver
ya acompañado en la vida
de mis raíces y ramas
y en mis manos de hombre
guardo el roce de pajonales y espina
su tímido aliento me da el calor necesario.

En la corniza del medio siglo
esa canción despierta en mí
una adicción
que me obliga a mirar hacia arriba
y hace que corra enloquecido
hasta la cumbre de mis montañas.

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