miércoles, 1 de marzo de 2017

LA PEREGRINA...

Había guardado un secreto
en cada una de sus lágrimas,
esperaba paciente algún día,
buscaba en la eterna lejanía
mirando a través de los años,
sueños, vida, recuerdos, sentimientos en  letargo,
de esos que lleva a veces enquistado dentro la muerte,
de una infancia allí enterrada,
con algunas deudas pendientes...

Llevaba consigo en sus ojos
el verdeazul del olivo,
la rojiza sangre del vino,
rosada piel de sus vides,
dejando entre paréntesis
y con puntos suspensivos,
parte de su bella historia,
que devolvió de su memoria
el brillo que había perdido
como la nieve en los cerros
entre las nubes del olvido...

En su genética aria ella carga
cual nuez, cierta dureza
dentro de una cáscara de madera,
que no deja traslucir lo que siente,
pero no lo  esconden sus ojos,
si bien se riega la simiente,
florece y da dulces frutos,
aunque se labre en árido suelo...

Y de nuevo esos recuerdos
corrieron como el agua en las acequias,
entre destellos y brillos
arrastrando de la infancia,  sonrisas y penas viejas,
regando con cada historia hasta brotar de nuevo verdes,
de vuelta traen desde los años agua con forma de lágrima...

Volver...
Volver a ser desde la tierra
ya no tan lejana,
desde el barro entre alamedas,
enredándose van los espíritus
entre las ramas de las vides,
llenando de dulces recuerdos
uva a uva con la savia de los viejos...
Volver a nacer de nuevo
en la tierra colorada
con las lluvias de febrero...

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