viernes, 4 de agosto de 2017

Arquitectura del poema

Encontré un poema derruido
caído sobre un montón de cosas
musicales tristes alegres notas,
estaban sus bordes apenas sostenidos
por un par de columnas rojas
y un arco de medio punto
con un ángel señalando las líneas con el dedo.

Intentaré restaurarlo...
reconstruyendo cada una de sus partes rotas,
usaré las columnas rojas  amontonaré cada hoja,
las pintaré con los colores
de amaneceres y ocasos,
ligadas con los destellos que habitan en los bordes brillantes de las olas.

Ente las hojas amarillas en un entrevero meteré algunas penas,
deseo y lujuria entre hojas rojas,
y un ladrillo bien pesado
que apriete fuerte
nostalgias y soledades,
y otras terribles cosas
como la muerte y su séquito de moscas.

Ataré con alambre y hierro del cuatro
cada uno de los renglones
que tiene el conjunto de versos,
formada ya lista cada estrofa
y el verso caliente que fragúe agua y cemento,
con un número fijo de sílabas determinada distribución de acentos establecerá ya los cimientos,
cuando ligue cada verso
se erigirán las estrofas.

Reconstruiré un poema roto
para lograr colocarle alma,
la esencia en cada palabra
significantes, significados,
construcciones intangibles
que a veces se quiebran y machucan bien los dedos
o el lápiz de carbonilla
corazón del arquitecto.








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