jueves, 21 de diciembre de 2017

Apología de verano III

Es el verde
testigo quieto y mudo
el que al sol
le devuelve su nobleza
oración
en las tardes de verano
cuando al fin llega diciembre
y nos toma por sorpresa.

Madre de los campos
los montes
y el rocío
pinta eterno
este paisaje de esmeraldas
cubre alegre
al nuevo pájaro
de nuevo canto
que al follaje también nuevo
despereza.

Quién no ha visto desplazarse en la llanura
o en los montes
el tapiz de suave encanto
quién no ha visto
crecer tras de la lluvia
esa flor
que devuelve la esperanza.

No divulguen
el secreto de los campos
los mil tonos
con sus nombres
y apellidos
dejen que el hombre
descubra por sí solo
los portales de la entrada al paraíso.

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