Escribiré una fantasía,
ficción terrenal llena de cosas imposibles,
impostada la realidad
se convertirá en un delirio posible,
signos hechos de imágenes,
abstracciones de sentimientos,
a los cuales nadie llegó ni llegará.
Escribiré la mejor de mis locuras,
y les pondré un nombre
también inventado,
dirigiré cada sabor cada olor cada sensación
para que sea un cortejo sensual
al final perfecto
y describir así un lugar inexistente a tus ojos o los míos.
Realidad e irrealidad
siempre se cruzarán,
en esa encrucijada
los caminos que se sabían paralelos
incluso los universos que no se tocan
forman una trama que la imaginación no prevee.
Irremediablemente la historia,
se cuenta mejor cuando empezamos a creer en ella,
en la posibilidad
de que los cabos sueltos se reconozcan
y se vuelvan a amarrar,
con tinta, papel, o un deseo real.
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