miércoles, 20 de mayo de 2020

Almalgama

   No lo sé... si realmente corría solo aún no lo sé, siempre me sentí parte de algo más grande, un pedazo más de paisaje en movimiento, una piedra rodando por el precipicio,  algo que se iba gestando minuto a minuto y también transformando un poco a ese lugar, como un juego de niño donde los imprevistos iban creando descubriendo situaciones nuevas llenas de imágenes y sensaciones que a simple vista no existían, pero eran tomadas tan en serio porque se sentían reales se podían palpar. 
   Entonces correr iba transformándose en algo con alma, lleno de sentimientos y el espejo del lago iba devolviendo nuestro reflejo juntos e interminable tan intenso que el corazón latía al borde de estallar, el olor de los pinos, a madreselva, a pasto mojado, a yuyos del monte... un roce de peperina o poleo, ya no era el aroma de eso que pisaba sino nuestro aroma, mi aroma arrojado a los sentidos. 
   Si sentía miedo? Nadie teme a sí mismo... en la noche no existían bordes se desdibujaba todo, a no ser en noches de luna llena, en que todo brillaba, era como un manto de sudor al sol oscuro y luminoso a la vez encajado sobre las cumbres y los valles, a veces atravesados por serpientes de oro, y ese cielo que se ponía de un azul que jamás había visto y la montaña tenía un brillo en todo su perfil que iba recortando perfectamente al cielo... allí, conmigo también estaban los moradores nocturnos sus ruidos y sonidos, incesantes rumores de grillos,  zumbidos de alas, aullidos lejanos, murmullos de aves que se acomodaban al sentir la cercanía, no, no necesito volver a verlo, lo sé lo siento, lo llevo dentro. Mi alma tiene un poco de todo eso y del rosado del ocaso o los amaneceres en las altas cumbres, el cuadrado, o los gigantes, a veces no se sabía donde comenzaba o terminaba la montaña, no se sabía donde comenzaba o terminaba el cielo. Todo era tan rojo, todo era tan amarillo, todo era tan azul, todo era tan verde... miles de verdes, verde agua de cascada de sabor y olor verde cristalino, verde sendero, verde rocío, verde río, verde mar, verde monte, verde faldeo, valle, musgo, roca, árbol, verde humano bañado de tanto verde también reflejo. 
   Me olvidé del frío o el calor, lo que produce estar empapado en lluvia o sudor, el viento, la helada, o el sol vertical de verano... había días en que el cuerpo era como una esponja absorbiendo las sensaciones y en una homeostasis también dejaba de ser carne para ser fuego, aire, agua, tierra, hielo... sin dejar de ser también cuerpo que siente. 
   Corría y se desataba un sensual cortejo la tierra se contraía y se dilataba,  se humedecia, se mojaba, se secaba, se iluminaba, oscurecía y seguía corriendo, era como una película sin fin un espiral en caída un baño inmenso de energía que hoy guarda el cuerpo, este cuerpo se ha  hecho una masa con los lugares que he pisado y me han devuelto el alma.

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