Al filo de la tormenta
se encuentran las cosas borrosas, sobrevaluadas,
y se dan el lujo de un último desafío...
Primero enfrentar a la muerte,
después a las cosas nacidas del coraje y así al olvido de la misma muerte, también allí sobrevaluada...
Si, ya llega la tormenta,
estamos en una delgada linea, un filoso límite entre dos miedos,
y es el miedo el padre punzante del valor
que solo surge al borde de ti mismo.
Al filo de la tormenta cada palabra es un epitafio o una via de escape,
verbos que se convierten en acicate con una ponzoña capaz de enfermarte,
o un pronombre salvador al que aferrarse,
hasta que la palabra, la buena palabra se convierta en salvavidas.
Quizás así y solo así llueva la esperanza y la recibamos con emoción vegetal,
como una bendición mas allá de los miedos a la zozobra,
los miedos nacidos de nuestras propias tormentas,
los mismos que en alguna de nuestras vidas oscurecieron nuestra alma...
(dejaremos una mella como un mojón en ese filo junto a un destello propio)
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